dimarts, 31 de març del 2009

Masai

Los masai constituyen un pintoresco pueblo de pastores que habitan las vastas llanuras del Gran Valle del Rift (África oriental), entre Kenia y Tanzania. Son supervivientes de una época remota, y su vida es prácticamente igual a la que durante siglos llevaron sus antepasados. Despreocupados por el correr del tiempo, su existencia se rige por la salida y la puesta del Sol, y el cambio de las estaciones.


Los masai han desarrollado la capacidad de subsistir en el hostil y accidentado Valle del Rift. Con grandes zancadas recorren largas distancias en busca de pastos verdes y agua para el ganado, que se mezcla con las manadas de ñúes, cebras, jirafas y demás animales que deambulan por las llanuras.

Un pueblo ganadero

Los masai creen que les pertenece todo el ganado de la Tierra. Tal creencia nace de una leyenda que relata que en el principio Dios tenía tres hijos, a cada uno de los cuales obsequió con un regalo. El primero recibió una flecha para cazar; el segundo, una azada con la que arar, y el tercero, un cayado para guiar al rebaño. Fue este último, según la tradición, quien se convirtió en el padre de los masai. Aunque otras tribus poseen ganado, los masai creen que, en esencia, esos animales son suyos.


En la comunidad masai, la importancia y posición social de un hombre se mide por la cantidad de animales e hijos que posee. De hecho, a un hombre que cuente con menos de 50 cabezas de ganado se le considera pobre. Con la ayuda de sus numerosos hijos y esposas, el masai espera llegar a acumular un gran rebaño que puede llegar a alcanzar los 1.000 ejemplares.

Las familias masai sienten un gran cariño por sus animales y llegan a estar tan unidas a ellos, que conocen bien el sonido y el temperamento de cada uno. Por lo general, marcan el ganado con largas líneas curvas e intrincados dibujos que les sirven, además, para realzar su belleza. En sus canciones describen la hermosura de ciertos miembros del rebaño y el afecto que les tienen. Los toros de grandes cuernos curvos son muy preciados, y los terneros reciben las atenciones y los mimos de un bebé recién nacido.

La supervivencia de este pueblo depende de la salud y fortaleza de sus animales. De ellos obtienen la leche para su consumo y el excremento con el que recubren las chozas. Rara vez matan al ganado para alimentarse, salvo de vez en cuando alguna oveja o cabra. Ahora bien, cuando lo hacen, no desperdician nada. Los cuernos los emplean como recipientes; con las pezuñas y los huesos hacen adornos, y curten la piel para confeccionar calzado, ropa, coberturas para dormir y cuerdas.

El futuro de los masai


Actualmente están desapareciendo con celeridad las costumbres y cultura singulares de los masai. En ciertos lugares ya no pueden deambular con libertad con sus animales en busca de nuevos pastos. Vastas extensiones de tierra que formaban parte de su territorio se han transformado en reservas naturales, en terreno agrícola o en zona urbanizable donde construir viviendas para alojar a una población cada vez mayor. Las sequías y las dificultades económicas están obligando a muchos masai a vender su estimado ganado para subsistir. Sin embargo, cuando se trasladan a las grandes ciudades, se topan con los mismos problemas que plagan el resto del mundo moderno.